Pamplona

Los vascones y el general Pompeyo

Rodeada de montañas, la llanura de la cuenca de Pamplona ha favorecido siempre el asentamiento del hombre. En las terrazas del río Arga se han localizado herramientas de piedra que nos remontan unos 75.000 años atrás. Hacia el primer milenio a. C. ya existe un primer poblado de vascones bajo la ciudad actual, origen del nombre Iruña, en vascuence “la ciudad”. El general romano Cneo Pompeyo Magno llegó en al año 75 a. C. y fundó la ciudad según el modelo urbanístico romano. Le dio su nombre, Pompaelo, y acentuó su función de enlace estratégico entre la península y Europa.

Un reino en manos del clero

Entre los siglos IV y IX, Pamplona cae en manos de visigodos y musulmanes. En el siglo X, los clanes nobiliarios consiguen suficiente autonomía para hacer surgir el Reino de Pamplona, nombre que le dan en homenaje al símbolo político y religioso que representa la ciudad, considerada entonces “alma de la tierra de los vascones”. Durante más de trescientos años el señor de la capital no fue en rey sino el obispo. El motivo fue una donación de Sancho Garcés II Abarca en gratitud a Dios por la ayuda frente a los musulmanes y que fue ratificada por sucesivos monarcas.

Tres burgos amurallados

A finales del siglo XI, los monarcas de la dinastía de Aragón (Sancho Ramírez, Pedro I, Alfonso I) despliegan una intensa actividad reconquistadora y repobladora. Con la llegada de los francos o burgueses (emigrantes dedicados al comercio y la artesanía), Pamplona deja de ser un pueblo grande en torno a una catedral, pero comienzan las tensiones internas. Antes de 1100, los franceses del Midi, devotos de San Saturnino, a quien dedicaron su iglesia y el nombre del nuevo barrio, se instalan al oeste de la ciudad vieja. Así nace el Burgo de San Cernin. Estos burgueses se mantienen apartados de los antiguos habitantes navarros y los privilegios que reciben del rey en 1129 marcan todavía más las distancias.

El Privilegio de la Unión

En el siglo XII surgió también la Población de San Nicolás, en torno a una nueva parroquia, con nuevos emigrantes. En 1189 la Navarrería, en donde residían los “navarros”, recibió su fuero de francos y el anexo de San Miguel. La nobleza, asentada en la Navarrería y apoyada por el obispo, reclamaba la alianza con Castilla, mientras que la burguesía de San Cernin y San Nicolás prefería la solución francesa. Los tres núcleos pelearon entre sí hasta 1423, año en que el rey Carlos III el Noble transformó los tres burgos en una sola entidad. Se edifica la Jurería, nueva casa consistorial, se crea un nuevo escudo para la ciudad y se prohibe construir más fortificaciones interiores.

Enclave fortificado

Desde la conquista de Navarra y su incorporación a Castilla en 1512-1515, Pamplona se convierte en un puesto avanzado de la corona española ante Francia. El objetivo permanente de los tres siglos siguientes será el sostenimiento de la frontera ante posibles invasiones. Fortificaciones y murallas son un medio de defensa vital que, al mismo tiempo, impide el crecimiento horizontal de la ciudad. La Ciudadela y el nuevo recinto amurallado (siglos XVI- XVIII) dan, más que nunca, la imagen de una Pamplona – fortaleza.

Las reformas neoclásicas

A principios del siglo XVIII, la sociedad pamplonesa seguía siendo muy tradicional. Buena parte de los habitantes pertenecían a la aristocracia y al clero, casi la cuarta parte se dedicaba a la agricultura y un tercio de los vecinos eran pequeños artesanos. Solo destacaban como industrias una fábrica de paños, otra de papel y un molino de pólvora. A partir de 1750 Pamplona busca la modernización. Nueva Casa Consistorial, alcantarillado, conducción de agua corriente, fuentes, fachada de corte neoclásico para la Catedral… Una explosión urbana interrumpida por la invasión napoleónica, en 1808, que terminó con la Guerra de la Independencia (1813). Las tropas de Napoleón fueron las únicas que lograron tomar la Ciudadela.

Liberales y carlistas, en lucha

Tras la Guerra de la Independencia, las ideas liberales se imponen en España y Navarra sufre de forma especial las consecuencias. Buena parte del Reino se decanta por los carlistas, defensores del absolutismo y del régimen foral. Pamplona, en cambio, se mantiene con los liberales, aunque parte de la población simpatiza con la causa carlista. La activa burguesía pamplonesa y la burocracia funcionarial supieron maniobrar para hallar en la reforma de los fueros (ley Paccionada de 1841) un hueco a sus ideas. El Gobierno de Madrid intenta recortar la autonomía fiscal navarra y en 1893 se celebra una gran manifestación en Pamplona. Como símbolo de ese espíritu se levantó el Monumento a los Fueros. A partir de 1888 comenzó la expansión urbana, con la construcción del Primer Ensanche. Los mejores arquitectos locales del momento diseñaron allí proyectos modernistas. Sin embargo, la ciudad siguió totalmente amurallada hasta 1915, año en que se destruyó parte de sus muros.

El siglo XX

El siglo XX es el de la expansión. Crecimiento urbano, tecnológico, económico, social y cultural. Hoy Pamplona es una ciudad con una elevada tasa de servicios sociales, de oferta educativa sanitaria, de espacios dedicados al ocio, de polos de actividad industrial o de comunicaciones. En definitiva, una ciudad moderna, con alto nivel de calidad de vida.

(source: www.turismodepamplona.es)